Compartimos valoraciones y argumentos que fundamentan nuestro apoyo al Foro Centroamérica Vulnerable Unida por la Vida, como espacio de intercambio, coordinación e incidencia, que cuenta con la participación activa y permanente de varias redes de cinco países de la región centroamericanas, que luchan por el reconocimiento oficial acerca del riesgo y la vulnerabilidad climática existente en la región.
Representantes de la sociedad civil de la región centroamericana y del Caribe; de pueblos indígenas y tribales; y representantes de República Dominicana, presentes por primera vez, fueron quienes asistieron al XIII Encuentro regional: CENTROAMÉRICA VULNERABLE, ¡UNIDA POR LA VIDA!, denominado en esta edición “Pacto Centroamericano por la Esperanza, la Transformación Ecosocial y la Justicia Climática”. El evento, celebrado en San Salvador, El Salvador, se realizó en un hotel capitalino, el pasado miércoles 19 y jueves 20 de octubre del 2022. Ahí también estuvieron presentes representantes de oenges y de la cooperación internacional, junto con funcionarios y funcionarias que trabajan con estrecho vínculo al tema de gobernanza climática y gestión de riesgos.
Desde nuestra oficina regional, compartimos valoraciones y argumentos que fundamentan nuestro apoyo a este espacio de intercambio, coordinación e incidencia, que cuenta con la participación activa y permanente de varias redes de cinco países de la región centroamericanas. El FCV, como espacio de cohesión regional, continúa trabajando, como desde hace 13 años, para que haya un reconocimiento oficial acerca del riesgo y la vulnerabilidad existente en la región, conforme lo establece la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).
Según se clasifica en el Índice del Riesgo Climático (IRC) de los últimos años, existe evidencia que los países de Centroamérica están entre los más expuestos y por ello, la región es una de las más vulnerables ante los efectos del cambio climático a nivel global, lo cual se comprueba con la presencia de al menos 2 países centroamericanos en la lista a nivel mundial de los diez (10) más vulnerables y expuestos al riesgo.
Cada año y previo a la COP, un grupo importante de organizaciones y movimientos sociales, bajo el espacio Centroamérica vulnerable, ¡unida por la vida!, nos reunimos para hacer el balance del proceso nacional, regional y global de las negociaciones por el clima, logrando actualizar nuestras agendas de demandas sociales y propuestas ante estos espacios. Asimismo evaluamos los avances en materia de las políticas climáticas nacionales, se identifican carencias y se construyen propuestas para lograr una mejor adaptación y mitigación.
En este contexto, consideramos urgente expresar nuestras preocupaciones, que se vuelven motivaciones para trabajar con mayor determinación por superar las afectaciones generadas por el cambio climático.
Por su parte, La ciencia ha reconocido que hemos entrado en la década más decisiva para la humanidad, y que para el año 2030 tenemos que haber reducido las emisiones globales en un 50% para poder evitar los peores efectos del cambio climático y mantenernos bajo los 1.5°C. Pero llastimosamente el Acuerdo de París y la gobernanza climática internacional no han logrado todavía cumplir sus objetivos. Por un lado, sí se han logrado fuertes avances sobre todo en el área de investigación climática, pero la realidad es que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen subiendo a una tasa del 2.6% anual.
La realidad es que los impactos de la crisis climática ya están causando pérdidas y daños casi a diario en América Latina y solo nos queda una ventana muy pequeña de tiempo para actuar si no queremos sobrepasar los 1.5°C. No podemos olvidar que son los países más empobrecidos y vulnerados, como los de Centroamérica, los que ponen el 99% de las muertes humanas asociadas a impactos climáticos. Y serán, además, estos mismos países que deberán pagar cerca del 90% de los costos económicos generados por la crisis climática. Esto, a pesar de haber generado menos del 30% de los gases de efecto invernadero (Dara 2010)
Tampoco podemos olvidar que el tan solo 1% de la población mundial más rica ha genera más del doble de la suma de las emisiones que ha generado el 50% más pobre (UN 2020). Estas son las inequidades que debemos cambiar. Esta desigual e injusta distribución de cargas plantea la necesidad de hablar de una justicia restauradora que responda a las personas más afectadas. Debemos construir mecanismos para una justicia efectiva, para compensar y para resarcir los daños.
No queda duda de que los impactos adversos de la crisis climática amenazan directamente una amplia gama de derechos. Entre ellos, por supuesto, los derechos de las futuras generaciones. Afecta los derechos humanos de toda la población del mundo en su totalidad, pero no nos afecta a todas y todos por igual. El sexo, género, edad, etnia, clase social, entre otros factores, definen en qué proporción y probabilidad será una persona afectada por los efectos de la crisis climática. Estos mismos factores, definen también las capacidades que una persona puede desarrollar para adaptarse y sobrellevar los efectos de la crisis climática y que tan probable sea que su voz sea escuchada en el desarrollo de propuestas de solución y cambio o sea tomada encuentra para participar en las misma.
Por eso, una de las principales demandas de la justicia climática es pedir mayor ambición al Norte Global para tratar que en el Sur Global existan todavía condiciones para llevar una vida digna. Es difícil conciliar este objetivo con un paradigma del crecimiento económico. Necesitamos impulsar cambios radicales, que no son fáciles. Que sabemos que implican cambios en nuestras maneras y costumbres, en nuestros imaginarios colectivos e individuales de nuestro futuro.
La crisis climática no es una crisis meramente ambiental, sino que es el resultado del sistema dominante político-económico basado en combustibles fósiles, en crecimiento, en la extracción masiva de recursos naturales y en la explotación de hombre y mujeres que con trabajos no reconocido subsidian el sistema económico y subsidian en gran mayoría los mercados globales.
Desde la cooperación solidaria alemana: nuestra Fundación Heinrich Böll oficina regional para Centroamérica; Pan para el Mundo, ICR, La Rosa Luxemburgo, (ASB), así como, Cristian AID y OXFAM, estamos apoyando este valioso espacio del Foro Centroamérica Vulnerable por su importancia en la articulación de los pueblos centroamericanos, ya que son las propuestas y apuestas que surgen desde los territorios y la colectividad las que dan apertura a la esperanza, a encontrar nuevas formas de existir, de re-existir.
De nuestra parte también seguimos comprometidos en ampliar la perspectiva del debate en el Norte Global y de incidir para incluir vías que actualmente no se incluyen ni en los informes del IPCC ni en el debate público sobre la crisis climática. Estamos comprometidos y comprometidas con seguir empujando para que al Norte Global no solo tenga apertura a las propuestas que surjan desde este espacio, sino, para que las grandes economías se embarquen en una transformación ecosocial, que lleve a una trayectoria de decrecimiento a sus economías, a una redistribución drástica de la riqueza y la renta, y a limitar la producción y el consumo global. Sabemos que todas esas transformaciones cruciales no son solo para limitar el cambio climático, sino que son también necesarias para hacer frente a las múltiples crisis sociales y ecológicas a las que nos enfrentamos actualmente.
Paralelo a estas transformaciones, no podemos olvidar que para hacer frente a los impactos del cambio climático se requieren de miles de millones de dólares, que deberían ser puestos a disposición por el Norte Global y las grandes empresas emisoras de gases de efecto invernadero responsables de la crisis climática. Pero la realidad es que después de 30 años de gobernanza multilateral climática, seguimos sin fondos suficientes ni mecanismos adecuados para hacerle frente a estos efectos; y nuevamente son las personas más vulnerables, especialmente las mujeres, las que llevan esa carga.
Pero ante esta desalentadora situación, debemos enfocarnos en los logros, en el conocimiento y en los saberes. Debemos tener la certeza de que sabemos cuáles son los cambios que debemos empujar, y hacerlos posibles. Actualmente no existe ninguna razón técnica o científica para no impulsar los cambios. La verdadera razón a vencer es la clara falta de voluntad política.
Desde nuestra oficina regional, como Fundación Heinrich Böll, reafirmamos nuestra alianza con las juventudes que buscan transformar y encontrar otras formas de no de resistir a la crisis climática, sino de Re-existir. Apoyamos a quienes buscan nuevas formas de habitar el mundo, siempre aportando a los debates que aborden la apremiante cuestión de lograr una buena vida para todas y todos; y el respeto de los Derechos humanos.